Un lector paciente

Mi voz afónica
no entendió de palabras átonas
ni de parar la espiral caótica
y beber una tónica

y ahora que soy un mudo
en un mundo de ciegos
y de verdad dudo
que pueda explicarles el juego
en el que se divierten,
ingenuos adolescentes
caminando entre serpientes.

No puedo pedirles que despierten,
cuando dejé de verles como un reflejo
me di cuenta de que ya era viejo
y que no abrazaba ya esos complejos.

Ahora soy un lector paciente. Calmado.
Los gritos de la adolescencia quedaron a un lado.

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