El primero de septiembre

Desde adolescente
el primero de septiembre,
volviendo siempre,
preparado para catear
y para catar cada verano
sin apenas estudiar,
a mi rollo, a dos manos
pasando los días
pero no en vano
entre tonterías
y viñetas varias,
bebiendo, quedando,
de todo un poco,
charlando buscando la risa
o leyendo a Kishimoto.
Siempre supe que el fracaso
sería mi marea
y que aprovecharía batacazos
para el oro de la parca.

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