Rezos del poeta

I
Oh, inspiración,
de ti dependo.
No me dejes nunca
y si te vas
que sea para volver
cuando te lo pida,
cuando te necesite.
Curiosa relación
en la que quien exige
es quien no puede vivir
sin la otra parte.
Dame tu fuerza,
inspiración mía.
Dame tu viento
para que pueda
hacer nuevas
las cosas más antiguas,
para que mis letras
dejen huellas
que ningún paso
pueda borrar.


II
Si alguien me escucha,
para las taras.
Cada día grito a la nada:
“No me destruyas, paranoia.”
Intento canalizar
mis problemas
en poemas,
rezo para que estos
no acaben absorbiéndome
hasta hacerme
un cascarón
o un bloque de hielo
o algo peor.
Quiero hacer
algo bueno de algo malo,
invertir negativo a positivo,
conseguir enviar
un mensaje en una botella
a otra solitaria isla
de infiernos y trastornos
para comprobar que no estoy solo.


III
Quedaos y no os vayáis.
Seamos sinceros,
os necesito cuando no estáis,
musas de mi mente
y de mi cuerpo,
presentes en mi escritura
hasta que esté muerto,
retratos perennes
que volcaré sobre el papel
una y otra vez
aunque a veces no merezcáis
estar en él.
Pero si tenéis la inspiración
necesito vuestras dosis
aunque teneros
o no teneros
me genere tremendas psicosis.
Quedaos conmigo todas
y yo os ofrezco
un inmortal jardín
donde quedaros, pintado
con mi bolígrafo y vuestro carmín.