No soy importante

Llego a casa al atardecer
con el Sol a la espalda,
la jornada a cuestas,
el té en la boca
y el azúcar en la lengua.

Salgo a la terraza
y unas azoteas más allá
en el horizonte
una chica tiende la ropa
ajena a todo.

Se mueve entre las sábanas
como si fuera la protagonista
de una gran historia
sin darse cuenta
de que yo no soy importante.

Así ella vuelve a entrar en casa
y yo me quedo mirando la ciudad.
Sin ninguna conexión.

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