En el TRAM

Me subo al TRAM
y parezco el bicho raro,
carne de diván,
inadaptado, me miran
a ratos extrañados
mientras hablan por los codos,
les miro yo y no entiendo nada.
Parecen disfrutar de la felicidad
y será verdad,
se contentan con cualquier mediocridad
flotando en una nube de caladas
o yo que sé que otras chorradas.
Me siento fuera cada vez
que miro su estupidez
y por buscar calidez
me hago el majo
hasta que me supone trabajo
y admiro mi condición de raro,
a la mierda, me bajo.

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