Epílogo: Todo por hacer

¿A dónde van las palabras que nadie escucha?

Esas palabras que forman frases que nadie llega a leer y a escuchar en su cabeza. Esas palabras que nadie llega a vocalizar, aquellas que cogen polvo en alguna librería de segunda mano en algún rincón, que alguien ojea fugazmente y vuelve a dejar en su sitio…¿Van a algún sitio? ¿Llegan a ser algo? ¿A importarle a alguien?

Cuando terminé La cuenta de los días pensé que, al igual que pasó con El Poeta Oscuro, había juntado un año de mi vida en un montón de palabras que a lo mejor no iban a ninguna parte.

Dudar es una constante, pero aún así sentía que no había sido (todo) en vano y, además, aún sentía el impulso creativo de crear nuevos versos día tras día. En 2016 había hecho volver a girar un engranaje en muchos aspectos que ya no se iba a detener, aunque esto tampoco es tan raro.

El trabajo del creador no se detiene ni termina cuando el hecho de crear no es un oficio.

Al igual que cuando terminé el primer poemario, creo que es momento de dejar la poesía a su aire para no repetir más veces lo mismo. Lo que es ya está aquí. Moverse por impulsos firmes y verdaderos es lo más sincero que conozco. Las letras seguirán ahí en otro tipo de textos. Sea a donde sea a donde viaje.

¿A dónde irán mis palabras?

Ahora no lo sé.

Pero está todo por hacer.

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