A Calíope

A veces te llamo y no vienes.
Haces conmigo lo que quieres
porque sabes que me tienes.
Pero hoy acudirás,
mi verso y sus llamas
te aclaman
y finalmente volverás.
Sí, serás tú quien baile a mi son
porque aunque tú no lo quieras
sigo teniendo este don.
Mas no te enfades, Calíope,
tus lágrimas son mi síncope
y tu furia un vendaval.
Lo nuestro es liberal, es verdad,
pero aunque te asombre
intento alejarte de los que en tu nombre
cometen una barbaridad.
Tú eres inspiración
de esbelta y excelsa musa
y en esta canción
cualquier pelea es una intrusa.
Mi boca quedará muda
y te he de decir
antes de que me destruya
que a ti me uní
cuando desnuda
me dijiste: “Hazme tuya”.
Y aunque estemos sin hablarnos
algún tiempo,
tengo la paciencia del río
que fluye lento.
Esperaré a desembocar entre tus brazos
para que juntos dibujemos nuevos trazos
y reflejemos todo lo que alegre y duela
de esta vida
en nuestra particular acuarela.
Olvida los roces
y hagamos las paces,
hagamos las obras
por las que se nos conoce,
papel y tinta y nos sobra.
Ven a mi barco de vela
donde los sueños cobran forma
con tu ayuda
y hazme volar sobre el agua,
dale certeza a mi rima muda.
No seas tímida,
déjate de manías
y túmbate a mi lado
trayendo la inspiración
a mi poesía.

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